viernes, 6 de diciembre de 2013

Tenías nombre propio, amor

Tenías nombre propio, amor... Tenías una sonrisa de esas que no se saben poner así como así. Tenías un olor que se restregaba con el viento, y se pegaba en mi ropa los viernes, a las nueve y treinta y tres de la mañana. Te fumaba, amor, te fumaba en ocho caladas y te apagaba en mi cuerpo, jodiéndome a quemaduras, y por eso ahora estoy marcada de cicatrices que sólo hablan de ti. Eras pura dinamita, amor, pero no tenías mecha para que pudiera prenderte, y yo no tenía fuego para poder quemarte las ganas. Te creías inmortal, amor y por eso te ambicioné como si nunca fueras a morir. Por eso me creí ese adverbio, que habla de 'para siempres' que sólo me recuerdan a ti. Sí, amor, nunca supe cómo quitarme las ganas de estar bajo tu mismo cielo, de consumirte bajo la misma la luna y despertarme contigo por el mismo sol. Tenías tantas formas de acabar conmigo, amor... que a veces creí que moría de ti. Eres mi droga, amor, y mi jodida perdición. Pero todos queremos que nos encuentres, amor. Todos hablan ti, a tus espaldas... y nadie se pone de acuerdo, amor. Que todos dicen que eres suyo, pero yo, no se lo niego y por eso te oculto, te mimo y te personifico, y te guardo en secreto, porque sé que eres tú, amor.

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